Cada 5 de octubre es una fecha importante para el sector salud y la medicina peruana, porque significa un justo y merecido homenaje a una figura representativa como es Daniel Alcides Carrión García, Héroe Nacional, Mártir y Maestro de la Medicina Peruana.

La desaparición física del Mártir de la Medicina Peruana se dio un 5 de octubre de 1885 tras 40 días de haberse inoculado sangre de una tumoración verrucosa de un paciente internado en el hoy emblemático Hospital Nacional Dos de Mayo. Esa acción, que podría interpretarse como un acto desproporcionado y temerario, significó y marcó la real dimensión del espíritu de abnegación, curiosidad científica y heroísmo que animaba a este joven universitario sanmarquino y que, sin proponérselo, lo llevó a ocupar un sitial preferente y referencial sobre lo que significa la medicina en nuestro país: entrega, dedicación, búsqueda del conocimiento, humanidad y sacrificio.

Hoy como ayer, en actos como este, dedicamos un espacio para la refl exión sobre lo que signifi ca la medicina para quienes la ejercemos, lo que representa la medicina y la salud para nuestra población; así como para quienes acuden a nuestros establecimientos en búsqueda de alivio y mejora de sus males.

Y que, confi ando en nuestra disposición y capacidades, la población nos otorga esa oportunidad de comprender al paciente como persona, añadiendo a la ciencia, la dimensión humana, haciendo que nuestra labor como médicos se magnifi que no sólo como profesión sino también como apostolado.

Daniel Alcides Carrión García, nació en Cerro de Pasco el 15 de Mayo de 1857. Hijo del médico y abogado ecuatoriano Baltazar Carrión y de Dolores García Navarro. Perdió a su padre a la edad de ocho años. En 1880 ingresó a la facultad de medicina de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos cursando los estudios respectivos hasta el cuarto año.

El 27 de agosto de 1885, Daniel Alcides Carrión, estudiante de medicina, decidió inocularse sangre contaminada con la bacteria “Bartonella Bacilliformis” y de esa forma contraer la enfermedad de la “Verruga peruana” con el propósito de estudiar su evolución.

Transcurrido 4º días, la enfermedad se reveló el 20 de Setiembre, con estoica calma siguió estudiando todas las diversas fases del mal, cuya historia escribió hasta el último momento en que pudo hacerlo.

Con los malestares a cuestas, Carrión registraba la evolución del mal en su cuerpo y en cuanto las fuerzas no le dieron, encargó la tarea a sus amigos, con estas históricas palabras “Aún no he muerto… amigos míos; ahora les toca a ustedes terminar la obra comenzada, siguiendo el camino que les he trazado”.

Finalmente, el 5 de octubre de 1885, el héroe de la medicina peruana fallece en una cama del hospital Maisón de Santé.

La memoria de Daniel Carrión, debe pues, ser conservada con respeto y admiración por cuantos se interesan por los progresos de la Ciencia y el nombre de nuestra patria.

Daniel Carrión ha sido víctima de su afán por conocer la causa de su enfermedad de verrugas, y estudiar el medio efi caz de combatirla.

La vida del infortunado joven Carrión vale a la Medicina un descubrimiento de altísima importancia; pero signifi ca a la vez la pérdida de un obrero que, por sus primeros pasos, reveló cuán útil habría de ser mas tarde para el ensanche de los hasta hoy estrechos límites del saber médico.

El heroico sacrificio de Carrión marcó huella en la historia médica del Perú y alentó el desarrollo de otros estudios e investigaciones entre los médicos peruanos en diversos campos. En 1886, un año después de su muerte, la verruga peruana fue denominada enfermedad de Carrión, a iniciativa de su condiscípulo Mariano Alcedán, y es así como fi gura en la patología médica mundial.

Daniel Alcides Carrión es el ícono paradigmático, mártir, héroe, maestro y patrono de la medicina peruana; honor y méritos concedidos por eminentes maestros y sabios de la Medicina peruana en el curso de los siglos XIX, XX y XXI, que juntos han dado gloria a la Medicina en el Perú y es meritorio divulgar su hazaña y su sacrifi cio para ejemplo de las nuevas generaciones. Ese acto le hace merecer el reconocimiento eterno, no solo del Perú, sino de la humanidad, pues es un ejemplo para forjar un mundo mejor.

Fuente: Colegio Médico del Perú.

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