Desde que salieron al mercado las pruebas para la detección del SARS CoV-2 en las personas, ya sea por la cadena de ARN del virus o por los anticuerpos que nuestro cuerpo genera, se ha hablado mucho de su utilidad y de su valor diagnóstico. Después que una persona se infecta por coronavirus, se toman pruebas de control como seguimiento, pero ¿Realmente son útiles para este fin? La respuesta es NO y lo explico a continuación.
La PCR, siglas en inglés de ‘Reacción en Cadena de la Polimerasa’, es una prueba de diagnóstico que permite detectar y amplificar un fragmento del material genético, en este caso el ARN del coronavirus causante del COVID-19. Para realizar el examen, se requiere una muestra de hisopado que puede ser nasal (tiene una positividad del 63%), hisopado faríngeo (32%) o lavado bronquioloalveolar (93%). Si la prueba detecta ARN del virus, el resultado es positivo y se confirma que esa persona está infectada por el SARS-CoV-2. Esta prueba es positiva desde el primer día de infección y comienza a declinar hasta volverse indetectable. Sin embargo, se han publicado estudios donde las personas dieron positivo hasta 45 días de haber sido infectados, sin que esto signifique que tengan una infección activa, sino que hay alguna muestra de ARN en su organismo.
También cabe la posibilidad que la técnica de PCR no detecte el material genético del virus a pesar que la persona esté infectada y es que, en el caso del hisopado nasal, esta tiene sólo un 63% de eficacia, como lo habíamos mencionado antes, por lo tanto, no es una prueba 100% segura y es por ello que se recomiendan hacer otras pruebas solicitadas por el médico tratante, él debe evaluar la sintomatología del paciente y realizarle la prueba más acorde para descartar la infección por COVID-19.
Las pruebas rápidas detectan anticuerpos (defensas) de las personas frente a un agente externo, en este caso ante el Coronavirus. Se reporta positividad de la primera molécula de defensa denominada IgM (Inmunoglobulina M) desde el día 4 de la infección, recomendándose tomar la prueba a partir del día 7 de enfermedad; y declina en la quinta semana hasta la séptima semana. La IgG aparece desde fines de la primera semana, hace su pico en la segunda semana de enfermedad y permanece hasta después de la séptima semana en sangre como recuerdo de haber padecido de la infección.
Lo malo de estas pruebas, es que no se han puesto de acuerdo con los humanos para funcionar como reloj, en tiempos exactos para su permanencia en el organismo, es decir, las pruebas son muy útiles para ayudar en el diagnóstico de la infección, asociada a la parte clínica y a los exámenes de imágenes, pero la duración de estas en el organismo es muy variable. De tal manera que las pruebas moleculares pueden dar positivo porque hay restos de virus sin significar que esté uno enfermo, la IgM puede permanecer más de 4 semanas sin significar que uno se ha reinfectado.
Los estudios de recuperación del virus señalan que lo han aislado hasta 10 días de la infección, por lo que después de realizar el diagnóstico por SARS-CoV-2 se pone en cuarentena a una persona por 14 días. En esos días, los primeros diez hay virus viable, después ya no, sólo los efectos de la enfermedad. El alta debe ser realizada por un médico especializado, quien evaluará los síntomas, y de acuerdo a estos dará el alta clínica o, si amerita, definirá días de descanso médico para el paciente según la sintomatología que presente. No es recomendable realizar más exámenes para definir el alta, porque como ya hemos visto pueden confundir más que ayudar. Por eso, la evaluación clínica es el arte del médico y siempre sobresaldrá en toda enfermedad.
Dr. Leslie Marcial Soto Arquíñigo
Médico Infectólogo e Internista
SANNA \ Clínica San Borja