El estado actual de la Salud Mental de la población en el Perú se encontraba ya en una situación crítica antes de la declaratoria del estado de emergencia y la necesidad de enfrentar la pandemia, al no contar con un Plan de Contención de los problemas psicológicos, emocionales (al margen de los psiquiátricos), incrementándose los efectos de esta realidad como consecuencia de la Pandemia Covid 19, siendo habitual en nuestra realidad.

Es conocido el poco o nulo involucramiento e incorporación de los Psicólogos y su experticia en el manejo de situaciones como las actualmente vividas por la población en ninguna de las comisiones gubernamentales para dar el aporte profesional en las áreas de Psicología de la Salud y Psicología Social, y que ha sido asumida en forma incompleta por la especialidad médica de Psiquiatría.

Parafraseando al insigne Marco Aurelio Denegri quien ya había definido cuatro “ismos” propios a nuestra realidad nacional en una entrevista pasada con el periodista Cesar Hildebrandt, en el Peru de la pandemia, cabalgan cual jinetes del apocalipsis incrementando los efectos sociales del virus, el inmediatismo, el fragmentarismo, superficialismo y facilismo.

Un inmediatismo, caracterizado por un comportamiento donde predomina la satisfacción de la experiencia inmediata. No se premeditan las acciones, rige la libertad y el poder instantáneo. Se proyecta a solucionar cualquier inconveniente en el menor tiempo posible. Lo que implica también consumir en promedio una menor calidad de contenido y necesitar gran cantidad de información y sin adecuarla a nuestra idiosincrasia y requerimiento social y cultural.

Un fragmentarismo, que contrapone antes de unir y que legitima y sobreestima la confrontación anteponiéndola al consenso, lamentablemente buscando réditos en su orientación a acaparar la atención social, reacia a las nuevas ideas y aportes, y sí partidario de las creencias e ideologías. La acción brusca y reactiva es una de sus características de acción.

El superficialismo por otra parte constituye un efecto magnificado en esta era digital de espacios para las redes y las respuestas cortas e inmediatas. La falta de pensamiento crítico, análisis profundo y debida investigación de las ideas, opiniones y actitudes frente a las circunstancias es típica en nuestra actual realidad.

Finalmente, como multiplicador de sus efectos el facilismo, esa tendencia social de un gran sector de nuestra población que no se rige a los conceptos estoicos de autocontrol, disciplina, acatamiento de principios de valores normas y reglas sociales, que desencadena un comportamiento antisocial con funestas consecuencias por lograr sus objetivos sin esfuerzo. Carentes de empatía por los demás y sin consideraciones.

Estos comportamientos deben ser abordados comunicacionalmente, la población debe conocer realmente y sin maquillaje las verdaderas dimensiones del daño que produce esta enfermedad y las acciones necesarias para combatirlo, desde el ámbito educacional y moral en relación a su obligación para con los demás, pero a la vez debe de abordarse y darle el apoyo psicológico, emocional necesario para enfrentar, asumir los efectos, las responsabilidades que les competen, para lo que la Psicología y sus profesionales estamos debidamente capacitados y obligados a asumir el reto.

Sirva el presente ensayo como un llamado de alerta a los aspectos más cercanos, propios a nuestra naturaleza humana y a nuestra realidad nacional, descuidados por las políticas públicas antes y después de la pandemia y evaluemos si nuestro desdén por ciertos abordamientos sociales y por la psicología en general, frente a la sobre consideración de otros aparentemente más tangibles, han contribuido a un resultado no deseado y en manifestaciones sociales no entendidas en esta campaña por reducir el daño que genera sufrir el embate de una pandemia en el siglo XXI.

Dr. Aldo Pissani Bulnes
Psicólogo Presidente del Comité Nacional de Salud Mental
Representante de la Asociación de Clínicas Particulares del Perú

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