La cesárea es una de las intervenciones quirúrgicas más frecuentes en todo el mundo, con tasas que siguen subiendo día tras día. Aunque puede salvar vidas, la cesárea en algunas ocasiones se realiza sin necesidad médica, poniendo a las mujeres y a sus bebés en riesgo de problemas de salud a corto y a largo plazo.

Una de las preguntas mas recurrentes en nuestra consulta diaria como ginecoobstetras cuando atendemos mujeres embarazadas o ni bien cuando nuestras pacientes recién se han enterado de tan maravillosa noticia es si el parto será “natural” (vaginal) o por cesárea, y es que en algunas oportunidades ni nosotros mismos podemos responder con toda certeza dicha pregunta y tenemos que esperar estar cercanos a la fecha o evaluar diferentes factores y condiciones para tomar la decisión final. No obstante, aún tomando una opción podemos cambiar de ella en el camino.

Una reunión organizada en 1985 por la OMS y conformada por un panel de expertos en salud reproductiva, llegó a la conclusión de que “No hay justificación alguna para que ninguna región presente una tasa de cesárea superior al 10-15%” a partir de la revisión de los pocos datos existentes en ese momento, procedentes principalmente de países europeos donde, con esta tasa de cesárea, se obtenían resultados maternos y perinatales adecuados. Desde entonces y por diversos motivos, las cesáreas son cada vez más frecuentes, tanto en países desarrollados como en vías de desarrollo. Es así que en las tres últimas décadas, a medida que se reúne más evidencia sobre los riesgos y los beneficios de las cesáreas y se producen mejoras significativas en la atención obstétrica clínica y en las metodologías para evaluar la evidencia y formular recomendaciones, los profesionales de la salud, los científicos, los epidemiólogos y los responsables de la formulación de políticas sanitarias han expresado, cada vez con mayor énfasis, la necesidad de revisar dicha tasa recomendada.

No obstante, determinar la tasa adecuada a nivel de población – es decir, la tasa mínima de cesárea requerida por motivos médicos a la vez que se evitan las intervenciones médicamente innecesarias – se presenta como un desafío. Una de las causas principales de la dificultad a cualquier nivel es la falta de un sistema de clasificación internacionalmente aceptado y fiable que genere datos estandarizados, permita realizar comparaciones entre poblaciones y pueda ser una herramienta para investigar los factores que determinan la tendencia ascendente en la cantidad de este procedimiento.

Es así que la frecuencia de cesáreas ha aumentado a tal punto, que actualmente lo que apareció como una solución ahora se vislumbra como un problema por la excesiva liberalización a la que ha sido conducida. Es así que a partir del siglo XXI, con mejoras en los resultados maternos y neonatales, la cesárea se ha convertido en el procedimiento quirúrgico más comúnmente realizado en el mundo. Si bien cuando está justificada desde el punto de vista médico, es eficaz para prevenir la morbimortalidad materna y perinatal, no están demostrados los beneficios del parto por cesárea para las mujeres o los neonatos en quienes este procedimiento resulta innecesario, pues como cualquier otra cirugía está asociada a riesgos a corto y a largo plazo que pueden perdurar por muchos años después de la intervención y afectar a la salud de la mujer, y del neonato, así como embarazos futuros. Por todo esto, surgió una nueva declaración de la Organización Mundial de la Salud en la que se recalca la importancia de enfocarse en las necesidades de cada paciente y desalienta centrar la atención en intentar alcanzar una tasa determinada.

Cesárea por solicitud materna
En el año 2013 el Colegio Americano de Ginecología y Obstetricia (ACOG) emitió una opinión de comité de especialistas donde define la cesárea por “solicitud materna” como la que se realiza de manera primaria (por primera vez) en una paciente sin trabajo de parto en ausencia de indicaciones maternas y/o fetales.

Los posibles riesgos de este tipo de intervención incluyen una mayor estancia hospitalaria materna, un mayor riesgo de problemas respiratorios para el bebé y mayores complicaciones en los embarazos posteriores; por otro lado menciona los posibles beneficios a corto plazo en comparación con un parto vaginal planificado (incluidas las mujeres que dan a luz por vía vaginal y aquellas que requieren cesárea durante el trabajo de parto) donde incluyen un menor riesgo de hemorragia y transfusión, menos complicaciones quirúrgicas y una disminución de la incontinencia urinaria durante el primer año después del parto.

Evaluado el balance de riesgos y beneficios, el comité recomienda que en ausencia de indicaciones maternas o fetales para el parto por cesárea, un plan para parto vaginal es seguro y apropiado y debe recomendarse a las gestantes. No obstante, en los casos en que se planifica la cesárea por solicitud materna, el parto no debe realizarse antes de una edad gestacional de 39 semanas, y su elección no debe estar motivada por la indisponibilidad de un manejo efectivo del dolor. Finalmente la cesárea por solicitud materna no se recomienda para mujeres que desean tener varios hijos, dado que los riesgos de placenta previa, placenta acreta e histerectomía post parto aumentan con cada antecedente de cesárea.

Por: Dr. José Chirinos
Gineco Obstetra
Clínica Santa Isabel

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