Los seres humanos nacen codificados tanto en su género, como en los aspectos patológicos que van a presentarse durante su vida, así como un reloj biológico que determinará el fin de sus días; sin embargo, de acuerdo a los cuidados y la prevención que reciban, los seres humanos pueden vivir una vida tal vez más larga, sobre todo de calidad, si se detecta en forma pronta las posibles enfermedades y trastornos tanto del cuerpo como de la mente, colocando a los individuos dentro de lo “normal”, pues el comportamiento también se altera de acuerdo al lugar donde se vive, pues no solo son los factores genéticos sino que también debe contemplarse la sociedad en que se desarrolla, como lo pensaba Jean Jacques Rousseau.

Los médicos cirujanos han sido formados para detectar y realizar diagnósticos diferenciales de problemas orgánicos de los que no son, por lo tanto un equipo de salud, debe conocer ambas esferas, la psíquica y la física.

En cuanto a la esfera psíquica, no debe vérsela en una concepción de inexistencia, sino que dichos problemas de salud mental, sean estos denominados enfermedades o trastornos que no pueden ser detectadas, ya sea porque es una enfermedad en sus inicios o no se tengan la tecnología adecuada o no lo conozcan, pero definitivamente no son problema del alma o espirituales inexistente sino que tiene bases biológicas de allí la importancia de la transdisciplinariedad de los profesionales de las ciencias de la salud y la ciencia médica, que deben seguir los consensos de la reunión de expertos, como son las definiciones de la Organización Mundial de la Salud, con la finalidad de podernos comunicar con un solo lenguaje que beneficie a los enfermos y a sus familiares y no contribuir que ellos sigan deambulando de consultorio en consultorio para hallar el descanso de sus molestias.

Los signos de alarma como la fiebre, el estrés, el dolor, la tos, etc., tienen bases físicas y pueden ser componentes de diferentes enfermedades orgánicas, que pueden también acompañarse de trastornos mentales como ansiedad, depresión, deterioro cognitivo, convulsiones, que producen impacto en la vida de un enfermo, sin embargo, no se puede dejar de lado las malformaciones, la violencia, el abuso de sustancias inadecuadas para la vida, como otros procesos infecciosos e infestaciones, que deben ser detectada en forma temprana por lo que debe trabajarse en equipo con personas entrenadas en el campo neurológico, sea este clínico y quirúrgico.

Se concluye que todos los trastornos mentales, incluyendo el suicidio, constituyen la segunda causa de carga de alteración de la salud en las sociedades con economías de mercado.

Los trastornos mentales tienen una gran repercusión negativa en la salud y en la calidad de vida de las personas que los sufren y suponen una importante carga para sus familias.

Muchas personas con trastorno mental grave no reciben tratamiento para éste, a pesar de existir tratamientos eficaces para dichos procesos. Además, es frecuente la ruptura en la continuidad de cuidados y el abandono terapéutico en pacientes con trastorno mental grave, con las consecuencias que la desestabilización lleva consigo.

Considerando la Psiquiatrización de la vida cotidiana. Cada vez más personas no son capaces de afrontar eficazmente las situaciones estresantes de la vida cotidiana (problemas relacionales, duelos, fracasos, rupturas, reveses o contrariedades) y recurren a tratamientos farmacológicos no justificados, con la consiguiente medicalización de estas situaciones vitales.

La primera situación es más frecuente en entornos desfavorecidos socialmente, bien en el origen o bien sobrevenidos a consecuencia del propio trastorno mental, y la segunda en entornos de mayor estatus socioeconómico y cultural, donde cada vez es más baja la tolerancia a la frustración, en una sociedad donde la competitividad es casi la regla y el éxito un mandato social.

La promoción de la salud mental tiene como objetivo la protección, el apoyo, el soporte emocional y el bienestar social, así como crear las condiciones individuales, sociales y ambientales que permitan el desarrollo psicofisiológico óptimo, con el mayor respeto por la cultura, la equidad, la justicia social y la dignidad personal. Sólo en ese medio ecológico las personas serán capaces de “amar y trabajar, disfrutar y tolerar”, una forma sencilla y directa de definir la salud mental para nuestros medios.

Hoy ya es posible la prevención de los trastornos mentales mediante intervenciones relacionadas con la crianza y los cuidados tempranos, las ayudas psicológicas y psicosociales individuales y familiares, y mediante métodos psicoeducativos orientadas al aprendizaje del afrontamiento de situaciones vitales estresantes (evitando la medicalización de la vida cotidiana). Todo ello puede realizarse de forma eficaz, eficiente y segura en todas las etapas vitales y, especialmente, en la primera infancia, la edad escolar y la adolescencia, y en la mujer durante el embarazo, parto y puerperio.

La detección precoz e intervención temprana del trastorno mental grave, y tan cerca de la comunidad y del entorno afectivo y familiar del paciente como sea posible.

La atención integral y coordinada. Asegurando la continuidad de los cuidados y la integración de servicios, orientándolos a la promoción de la autonomía personal y a la reinserción relacional, social y laboral.

También es necesario, además de la formación en salud mental, que un médico de familia deba tener la sensibilidad y el compromiso en el abordaje psicosocial. La OMS nos recuerda:

“La atención a la salud mental, a diferencia de otras muchas áreas de la salud, no precisa, en general, tecnología costosa. Lo que requiere es el trabajo sensible de personal debidamente formado en el uso de fármacos relativamente accesibles y de costo admisible y las habilidades de soporte psicológico en el ámbito extrahospitalario”.

Nuestro saludo del Comité Nacional de Salud Mental por el Dia de la Medicina Peruana.

Las ideas de Freud acerca del afecto en la medicina fueron desarrolladas reflexionando en la relación médico- paciente. Sostenía que la transferencia es una dimensión y que el éxito del médico depende de la comprensión de este hecho. Cuando el contacto de la relación dura algún tiempo y el tratamiento requiere de una colaboración estrecha, la dimensión afectiva es tan obvia que puede dar lugar ordinariamente al interés y la simpatía que se demuestra, unido a la estima de la que goza el médico, son suficientes para generar sentimientos positivos fuertes por parte del paciente. Reciban un fraternal y afectuoso saludo por el día de la medicina peruana. Debo referir la calidad de Mentoring al Dr. Víctor Puente Arnao Fort por sus orientaciones y consejos en la misión y representatividad encomendada.

Por: Dr. Aldo Pissani Bulnes
Psicólogo Presidente del Comité Nacional de Salud Mental
Representante de la Asociación de Clínicas Particulares del Perú

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