A pesar que siempre ha habido enfermedades epidémicas, la pandemia Covid 19 ha sido un acontecimiento mundial nuevo para todos y además muy cercano. Hemos visto y sabido de una cantidad impresionante de enfermos y muertes alrededor nuestro, tanto de pacientes covid como no covid. Una cantidad muy significativa de la población en nuestro país, así como a nivel mundial, se ha contagiado o enfermado del covid y casi la totalidad de la población ha cambiado sus hábitos cotidianos, como también experimentado en repetidas ocasiones miedo a que cualquier persona se le acerque por temor al contagio.

Hemos visto a todos los gobiernos del mundo preocupados dictando medidas de todo tipo incluyendo algunas extremas, como el cierre de sus fronteras y confinamientos totales con el objeto de contener la pandemia, gobiernos pendientes constantemente de las pautas que vienen dictando los organismos internacionales, además de consultar con una serie de expertos de su país en forma individual o grupal. Los gobiernos en general hacen sus mejores esfuerzos para tratar de contrarrestar al virus, entre los que está comprar vacunas y administrarlas de la mejor forma, pero a pesar de todo esto la población contempla con incertidumbre y desconfianza los esfuerzos que se vienen realizando en la lucha contra este invisible enemigo que amenaza con matarnos, nos mata y empobrece, sin poder erradicarlo, en medio de olas espontáneas ocasionadas en gran medida por las particularidades y mutaciones del virus y en mucho también por los descuidos voluntarios o involuntarios de la población.

Por otro lado la bioética entretenida en organizarse en comités multidisciplinarios, discutiendo sobre la investigación y correcta aplicación de los avances científi cos y el respeto por la autonomía de las personas en cuestiones de salud, se ha encontrado en el presente, de un momento a otro y como nunca antes, frente a un acontecimiento que la llama a despertar, la interpela y la apremia en la necesidad de participar y colaborar con la Salud Pública que sola no puede hacerle frente a este tremendo acontecimiento.

¿Qué piensa la bioética de los confinamientos y el cierre de fronteras, la clausura de establecimientos, de la prohibición del trabajo a las personas mayores, del rol de los trabajadores de salud, de la investigación en tiempos de urgencia, del uso de los medicamentos compasivos, de la selección o priorización de pacientes en la utilización de recursos escasos, del encarnizamiento terapéutico en los casos covid, de la centralización de la lucha en el Estado, sus métodos de control, fi calización y manejo de los datos personales, de su relación con el sector privado, de la utilización de las vacunas y la metodología en su aplicación etc. ?

Vemos que en los países donde ya existen los Comités Nacionales de Bioética éstos se activan y donde no los hay, surgen iniciativas para conformarlos. Necesitamos pensar, razonar, evaluar, tomar decisiones, corregir los errores, comunicar, pero por sobre todo generar confianza.

La población necesita estar informada y orientada seriamente al igual que las autoridades. Es fundamental que exista un espacio en que las personas más capacitadas y creíbles provenientes de diferentes sectores se dediquen a pensar profundamente en este acontecimiento y sus implicancias, así como la mejor manera de contrarrestarlo. Es necesario que personas de bien, disciernan certeramente, y lo hagan como un servicio desinteresado en forma responsable y nos informen sobre sus consensos, cuestionamientos y diferencias. Es tarea de todos incentivar la convocatoria y permanencia de un grupo de pensadores califi cados que sin un interés personal subalterno ayuden a la nación en este tema tan apremiante.

¿Podremos organizar un Comité Nacional de Bioética respetable al que la nación escuche?

Algunas ideas para el Comité Nacional Peruano de Bioética en caso llegue a instalarse:

1. Que su ocupación actual sea exclusivamente sobre la Pandemia.

2. Que los miembros del Comité sean personas muy preparadas y estén muy relacionadas con el tema.

3. Que el Comité surja como iniciativa del Presidente de la República, del Consejo de Ministros o el Congreso de la República.

4. Que sus miembros sean elegidos por las instituciones afi nes convocadas enviando a sus respectivos representantes, sin excluir el punto de vista fi losófi co y teológico.

5. Que el Comité sea apolítico, con independencia total de intereses políticos partidarios.

6. Que no sea un apéndice de los organismos internacionales, sino que actúe con plena independencia.

7. Que el trabajo de sus miembros no sea remunerado.

8. Que trabaje permanentemente.

9. Que se cree un sistema de efi ciente comunicación y retroalimentación del Comité con la población.

Dr Alejandro Langberg
Médico
Magíster en Bioética

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