La combinación de nuevas tecnologías permite enseñar prácticas médicas a miles de personas a la vez. Sistemas robóticos abren posibilidades nunca vistas para personas sin extremidades. La tecnología impulsa la ciencia hacia el futuro.

En Julio pasado el médico cirujano español Pedro Guillén, intervino a un hombre de 37 años con una lesión en la rodilla. Más de 265 lugares del mundo (universidades, hospitales, sociedades médicas) se conectaron en este último alarde de la tecnología.

Según Guillén, se trata de crear un “quirófano global”.

“Los hay de todas partes o, al menos, de casi todas. Falta el centro de África. Y China, donde hay problemas para que entre Internet”, afirma con orgullo el cirujano. Las dos horas de intervención son un ejemplo de cómo puede ser la docencia de la medicina (y de muchas otras disciplinas) en el futuro. “Hemos pasado de las peceras de los quirófanos antiguos -salas de cristal detrás de las cuales los alumnos siguen explicaciones del profesor- a esto”, comenta probándose los lentes antes de la operación.

Para hacerla más completa, la lección magistral se sigue además por cámaras de ambiente, que recogen la actividad del quirófano, y otra pantalla en la que el endoscopio (los auténticos ojos de los médicos dentro de las incisiones) muestra al detalle el trabajo fino dentro del cuerpo.

Ese trabajo va desde la aspiración de la sangre a la colocación de una membrana con células obtenidas del cartílago del propio paciente, acabando con puntos para sujetar el material que en tres meses se disuelve y hace que la zona dañada se recupere a sí misma.

El futuro.- El uso de aparatos portátiles, sin cables, que pueden usarse desde en una selva, a un sitio sin luz, es la última innovación de este compendio de tendencias médicas.

Este tipo de intervenciones tiene otra ventaja: la intercomunicabilidad. El Dr. Guillén escogió tres lugares de los que recibir preguntas (Stanford, la Universidad de EE.UU. con la que ya había ensayado en junio el sistema, y otros dos institutos de Suiza y Japón), aunque pudieron oírse voces mexicanas que entraban por otros medios. Podía -no fue el caso- incluso pedir ayuda o recibir sugerencias.

Pero la docencia es solo una parte de la utilidad de esta conjunción de tecnologías. La posibilidad de asesorar a un médico poco experto en una técnica es la otra. Si este dispusiera de un sistema de transmisión como el de las gafas de Google, un especialista podría orientarle casi al milímetro en una cirugía.

El caso es solo una muestra del virtuosismo al que puede llevar la tecnología en la medicina. Solo la falta de equipos y líneas de conexión suficientemente potentes impide que las consultas a distancia sean algo generalizado.

Es que la práctica médica es un terreno abonado para aplicaciones tecnológicas, desde los múltiples blogs o médicos tuiteros hasta la implantación, aunque lenta, de sistemas de control a domicilio de la tensión arterial, azúcar, temperatura o colesterol conectados con centros médicos.

En el extremo más complejo de este tipo de utilidades, las conexiones neuronales a las computadoras permiten trabajar con prótesis dirigidas con la mente, o en programas como el europeo Levántate y Anda, para que personas paralizadas puedan caminar con un exoesqueleto.

Algunos avances se apoyan en desarrollos conocidos. Es el caso del ETView, una modificación del broncoscopio tradicional (el equipo que se utiliza para hacer diagnóstico y aislar el pulmón), al que no sólo hicieron portátil, sino que introdujeron modificaciones que permitieron adosarle una cámara de video con dos pequeñísimas lámparas LED para iluminar el interior del órgano.

Los avances también han permitido acercarse a lo que sería un hígado o un riñón biosintético, pero aún hay grandes retos. El corazón y el cerebro, los órganos principales, se resisten a ser creados de forma sintética. Aunque este invierno se publicaron dos avances que van en esa dirección, aún queda mucho para generarlos realmente en un laboratorio.

Como se ha leído en boca de expertos, podría decirse que estos son esfuerzos excesivos que benefician a pocos, cuando lo importante son las vacunas, la higiene o la nutrición. Lo mismo se ha dicho de la carrera espacial, sin tener en cuenta que el velcro, el microondas y el papel de aluminio vienen de ahí. (El País de Madrid y La Nación/GDA).

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